lunes, octubre 30, 2006

Una nueva religión

Desempolvando archivos de texto, encontré esta agudísima reflexión teológica, de hace casi dos años. Dedicado a mi amigo Eustaquio, que me recomendó que republicara viejos escritos, y a su novia La Maga, lectores de este blog. Disfruten:

Acabo de tener un primer (y nefasto) encuentro con un personaje que, si bien hacía ya un tiempo no era santo de mi devoción, ni mucho menos, nunca había tenido la oportunidad de observar en toda su dimensión.
Fue así como sentado frente al televisor de mi cocina, pasé por el canal Discovery Kids, señal profunda si las hay, y divisé para mi sorpresa, que estaba justo comenzando un capítulo más de un programa que el día de mañana será recordado, seguramente, como uno de los peores responsables de la futura estupidez mundial. Hablo de "Barney y sus amigos". Así es, este despreciable animal semi homínido, bípedo, de un morboso color púrpura y de una estrechez mental evidente.
Sin embargo, siendo una de mis "políticas de vida" el hecho de conocer lo más posible aquello que más critico (tal vez como extensión de eso de "amar a los enemigos") es que me dispuse a soportar los 28 minutos que dura esta melodiosa tortura a nuestro intelecto.
Casi instantáneamente, a los pocos minutos de comenzado el capítulo en cuestión, me surgió una reflexión que es el objeto de este escrito... y fue puntualmente por una acción particular: Barney estaba dialogando con unos chicos (siempre hay chicos, y muchos) sobre la comida, ya que uno había preparado un mejunje horrible con todos sus "bocadillos" preferidos (el pibe había mezclado un piso de arroz, con aceitunas, cerezas y no sé que más, cualquiera se mandó...) y se lo dio a probar a unas amiguitas. La reacción normal de cualquier niño "real" (no de los que aparecen en el programa, que se oyen como si fueran prefabricados en "Barney's Inc.") hubiese sido escupir esa cosa horrible, maldecir a viva voz al pibe, y seguramente burlarse un rato de él hasta destruir un poquito más su autoestima (que es lo que los niños suelen hacer entre si). Obviamente, eso no fue lo que sucedió, sino que con toda diplomacia le explicaron, que si bien valoraban la actitud de compartir su bocadillo, no les gustaba mucho... El pibe se fue chocho a buscar a otro que le gustara tanto como a él el amasijo ese que había hecho. Pero antes, hablaba con Barney sobre un nuevo mejunje, pero esta vez, dijo que lo haría de frutas varias (lo cual es mucho más común, seamos realistas, quien no ha hecho una ensalada de frutas con las sobras de esas frutas que nadie come y que están en el fondo de la heladera). Barney se copó con la idea, y así, de la nada (y atentos al detalle) MATERIALIZÓ ante los ojos de los pendejos una parva de frutas sobre una mesita que estaba oportunamente a unos metros de ellos.
Esto despertó particularmente mi atención, que ya se estaba desvaneciendo, a decir verdad. Y es cuando comencé a ver a este amorfo reptiloide morado de otra forma... y me pregunto: ¿No hay todo un culto a este bicho demoníaco? o mejor dicho, ¿No está presente aquí un germen de una nueva religión?. Explico esto...
Este animal materializó una cantidad suficiente de comida para los tres pibes que estaban con el. Y ojo, no es que "multiplicó" la comida... la materializó de la nada, por mero antojo. Pero esto no es lo único que asemeja al amorfo a los cultos religiosos.
Hay todo un ambiente místico en los capítulos de este programa, que excede el ámbito de la razón. Pensemos sino en como comienzan los capítulos: El animal se nos aparece como un pequeño peluche inofensivo, de no más de 40 cms de alto. De pronto, y sin mayores formalidades ni requisitos, se convierte (con una lluviecita de estrellas de por medio) en un animal que dobla en altura a los pibes, que más o menos medirán 1,40mts. Pasa de ser un ente inanimado a un animal de una altura considerable (al menos, por contraste). Y yo me pregunto... ¿no es esto un milagro? Nos lo están mostrando, por favor! Ante nuestros ojos, un muñeco cobra vida y triplica su tamaño! Si esto no es un milagro, ¿que lo es en la televisión de hoy en día?
Ahora bien, en el programa (como ya lo dije) hay siempre un número considerable (aunque variable) de niños que rodean al dinosaurio devenido en profeta. Y no exagero, ya que es él quien les da lecciones morales, indicándoles que es lo que está bien y lo que está mal, como si un Ser Superior lo estuviera guiando, como si le estuviera pidiendo que guíe al pueblo de los niños a través del desierto de la vida cotidiana hacia la tierra prometida.
No sólo esto, sino que los niños aprenden de él, y luego transmiten sus enseñanzas a sus amiguitos, o a los que cuando Barney daba la lección moral, estaban fuera de escena. Y no lo hacen con la despreocupación que caracteriza a los pequeños de esa edad, sino que se los ve eufóricos, dando gritos y saltos, atravesados sin dudas por una Gracia que les llega a través de su profeta, Barney. Así, estos niños se convierten en discípulos de este mutante morado, apóstoles si se quiere, encargados de llevar al resto del pueblo la palabra de Barney.
Seguramente muchos de los niños que salen en este programa, el día de mañana negarán a Barney... no tres veces, sino muchas más, de una que muchas más.
Otro aspecto a tener en cuenta es la forma en que se desarrollan estos capítulos. La disposición de las acciones deja entrever toda una liturgia propia detrás de las emisiones del programa. Los personajes, los pequeños apóstoles, danzan y cantan en compañía de Barney. No les sorprende que un dinosaurio de peluche de dos metros y medio esté rimando al ritmo de una música que sale vaya-a-saber-uno-de-donde, lo que demuestra su incondicional fe. Ninguno de ellos se ha preguntado jamás (al menos en cámara) de donde proviene Barney, como llegó allí, quien lo engendró, o como es que cobra vida cada semana. Simplemente saben que él "es su amigo", y seguramente están convencidos de que los llevará por el camino de la salvación.
Al finalizar el capítulo, cuando el animalote cree finalizada su tarea en la enseñanza moral de los pequeños (al menos en lo que respecta a esa semana), se despide escuetamente, y retorna a su estado vegetativo, inanimado. A la próxima semana, una y otra vez, vemos como recobra la vida delante de sus pequeños apóstoles, efectivizando el verdadero milagro, reconocido por muchas religiones, de la reencarnación de lo divino. Y no sólo una vez, sino todas las semanas!
Definitivamente, éste no es un programa más para niños... es una campaña de publicidad de un movimiento religioso que viene pisando fuerte, basado en la figura carismática aunque irritante de un ser deforme y de colores vivos, que viene con un mensaje de paz y amor para los hombres. Muchos escépticos dirán que es solo un programa de TV, pero la cantidad de niños que todos los días encienden la televisión de sus casas, y posan sus asentaderas a pocos metros de la pantalla, repitiendo las canciones y riendo sin parar, son una prueba casi irrefutable de fe. Aquellos que no crean, se perderán del mensaje de amor de este obeso profeta púrpura.
Muchas son las preguntas que quedan ahora, sueltas... probablemente, la que más les haya golpeado el alma sea “¿que carajo hacía este pibe de 20 años mirando un programa como ése?¿Tan al pedo está?”. La respuesta a esa, y tantas otras dudas más, no pueden ser contestadas por la razón... son un misterio...

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