miércoles, enero 02, 2008

"E": Espiritualidad


1. f. Naturaleza y condición de espiritual.

2. f. Cualidad de las cosas espiritualizadas o reducidas a la condición de eclesiásticas.

3. f. Obra o cosa espiritual.

4. f. Conjunto de ideas referentes a la vida espiritual.

Por primera vez en este diccionario, uso las cuatro acepciones dadas por la RAE. Imposible decidirse y elegir, todas refieren igualmente a la Espiritualidad. Escribir sobre la Espiritualidad es una tarea imposible, en todo su sentido. Pero a la vez, yo sabía bien que me arriesgaba a esto cuando dejé en manos de otra persona la elección de las palabras que me acompañarían en el proyecto, y esas posibles imposibilidades, son las que para mi, más valor le dan a esto.

Hablar de Espiritualidad nos remite a hablar de Espíritu.

Si alguien puede definir lo que es el Espíritu, no soy yo, o al menos, no es aquí. Las palabras se vacían cuando uno las quiere referir al Espíritu. Y sin embargo, en el uso común, en la historia de la filosofía y la literatura, se ha utilizado al lado de tantas otras palabras, resignificadas por dicha ubicación, y que más que ayudar a decir algo sobre el Espíritu, colaboraron con la dispersión y la ambivalencia del término. Así, vemos que se puede hablar de una Espiritualidad como algo referido a determinada religión, o como virtud de aquel que se interesa por las cosas más elevadas. Se habla en el lenguaje común, de espíritus malignos o benignos, cuando se hablan de fantasmas, o de bebidas espirituosas cuando éstas producen determinadas sensaciones. Tristemente se ha hablado mucho de Espíritu del pueblo. Hay Espíritus subjetivos y objetivos aún vagando por muchas cátedras universitarias del mundo. Algunos podemos aún escuchar los gritos y los cantares de los Espíritus libres que aún vienen llegando por el horizonte. Hay espíritu de una época, hay espíritus nobles y espíritus chocarreros. Hay espiritualidad perdida, encontrada y reencontrada.

Pero es necesario también hacernos la pregunta primera, esa que debe hacer todo aquel que quiera comprender realmente todo, por más molesto que sea: ¿Es algo, el Espíritu? ¿Se asienta la Espiritualidad sobre algo, o no es más que otra quimera filosófica heredada de tantos años, que ya la sentimos como verdad firme aunque no lo sea?. La dificultad de contestar una pregunta así, viene de la mano de la anteriormente referida: ¿Como decir si existe o no algo, si no podemos definir de qué estamos hablando? Tal vez sea posible decir que existe un Espíritu de la época, sin que eso signifique que existe la Espiritualidad como contacto con lo divino.

Puede pensarse que el Espíritu es "lo que sobra". Tomemos a un ser, desprendámoslo abstractamente de todo lo que en él es orgánico, y allí tendremos algo que sobra: ¿su alma? ¿su yo? ¿su ser?. Puede ser su Espíritu. La espiritualidad puede ser pensada como aquello que refiere a lo que en nosotros no es enteramente físico ni mental. ¿Qué queda fuera de ello? Lo espiritual. Es una posibilidad.

Presentada la dificultad, y habiendo advertido que no es éste el lugar en el que creo conveniente ahondar más en el tema, me gustaría salir del problema con estilo.

Salir a lo Borges.

Cuando Borges, después de criticar las nociones de eternidad esbozadas con anterioridad a él, tanto por Platón, Nietzsche, los árabes, etc. , pasa él mismo a definir su noción de eternidad. Pero esa noción, está muy lejos de ser una definición. Y sin embargo, yo la prefiero por sobre cualquier definición de diccionario.

Porque tiene vida... Como la eternidad.

Por eso mismo, ahora que no me siento fuerte como para matar la Espiritualidad a golpes de palabras, prefiero dejarles a mis escasos lectores, mi noción viva de Espiritualidad, con una breve anécdota...


En el mes de Marzo del año que acaba de terminar, realicé un curso de meditación Vipassana en Buenos Aires. Fueron 10 días de silencio, comida vegetariana y meditación. Un experiencia increíble que espero volver a repetir pronto. El último día, antes de cerrar del todo el curso, se nos permitió (luego de 9 días y medio de estricto silencio) conversar libremente con los demás meditadores. Bullían las voces de aquí y de allá, tan ansiosos estaban todos por hablar (no muchas personas son capaces de no buscar aturdirse, y menos luego de casi 10 dias de silencio). Fue muy agradable, todos hablaban con todos, a pesar de no conocerse; todos con excelente predisposición, alegría y ánimo.

En un momento, dejo a la gente y me dirijo al baño de hombres, al final del pasillo de nuestro pabellón. En la puerta, me encuentro con uno de los meditadores, con quien nos ponemos a conversar. Me cuenta que tiene más de 50 años (con el tiempo he olvidado ese y otros detalles) y que vivía en Neuquén. Conversamos un rato, y luego entramos al baño, que tenía lugar para varias personas. Encontramos a otro chico, que salía de bañarse. Era de Puerto Rico, y hacía casi 8 años que estaba viajando por toda América. Los tres nos pusimos a conversar animadamente en lo que sería el antebaño. Eran cerca de las once de la noche pero nadie tenía ganas de dormir. Los tres estábamos hablando, de muchas cosas. El portorriqueño nos contaba anécdotas increíbles, que hasta hoy, al recordarlas, me sorprenden. Era una persona increíble, con una alegría que lamentablemente no es la que normalmente ve uno por la calle.

En un momento, el señor le consulta al portorriqueño, si esta técnica de meditación funcionaba, si realmente era buena. El portorriqueño se sonrió, como quien ha tenido que responder varias veces una pregunta que a él le parece tan obvia, lo mira a los ojos al señor, y luego inexplicablemente me mira a mi.

Le dice entonces, al señor (palabras más, palabras menos...): "¿Quieres saber si funciona? Mírale los ojos a él...". Me señalaba a mí. Ese chico, portorriqueño, que había viajado hace tanto por tantos lugares, pasando por situaciones durísimas y conociendo gente increíble, ese chico, veía algo en mí. Algo que se le aparecía como más claro que cualquier cosa o prueba que pudiera decir él. El silencio se apoderó del antebaño. Los dos me miraban, el señor como no entendiendo mucho, pero sonriendo con complicidad.

Y yo ahi entendí mucho: no porque yo crea que efectivamente yo despidiera algo que ver. Sino porque ese chico, cuando me veía, permitía que yo también lo vea a él. Lo que él veía en mí, era lo que yo veía en él. Un brillo en los ojos, una tranquilidad y una risa absolutamente silenciosa, una felicidad ahogada por pura humildad. Eso es lo que nos vimos.

Y eso que yo vi en su persona, es lo más cercano a la Espiritualidad que he conocido...

Otra vez libre

Después de muchas negociaciones, finalmente las palomas me largaron. Pero aprendí mucho, son buena gente. En fin, estoy de vuelta, para desgracia de muchos y alegría de pocos.
Para los dos o tres que esperaban alguna actualización, acá formalizo mi promesa de actualizar más seguido, al menos ahora que disfruto de mis vacaciones, y que están siendo muy fructíferas en el plano intelectual, ya que estoy leyendo con una voracidad que no tenía desde hace mucho.
Para empezar, les dejo una nueva entrega de mi diccionario, que ya casi hacía un año que no actualizaba... Y bueno, los mega-proyectos son asi. Pero me era muy difícil escribir sobre lo que tuve que escribir, y me tuve que tomar casi un año para explicar lo que quería explicar, de la forma que lo quería explicar. Si salió bien o mal, no lo sé, pero salió finalmente como yo quería. Nos mantenemos en contacto. Saludos

lunes, octubre 08, 2007

A 40 años - "Desde aquel día, todo parece más feo..."


(Fragmentos de las palabras de Fidel Castro en la Velada Solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara.)


Un modelo de revolucionario

"Pero no es que reuniera esa doble característica de ser hombre de ideas, y de ideas profundas, la de ser hombre de acción, sino que Che reunía como revolucionario las virtudes de un revolucionario; hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha. Constituyó, por sus virtudes, lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario.
"Suele, a la hora de la muerte de los hombres, hacerse discursos, suele destacarse virtudes, pero pocas veces como en esta ocasión se puede decir con más justicia, con más exactitud, de un hombre lo que decimos del Che: ¡ que constituyó un verdadero ejemplo de virtudes revolucionarias !
"Pero, además, añadía otra cualidad, que no es una cualidad del intelecto, que no es una cualidad de la voluntad, que no es una cualidad del corazón, ¡ porque era un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible !
"Por eso decimos, cuando pensamos en su vida, cuando pensamos en su conducta, que constituyó el caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue capaz de conjugar en su personalidad no sólo las características de hombre de acción, sino también de hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas virtudes revolucionarias y de extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad indomable.
"Y por eso les ha legado a las generaciones futuras no sólo su experiencia, sus conocimientos como soldado destacado, sino que a la vez las obras de su inteligencia. Escribía con la virtuosidad de un clásico de la lengua. Sus narraciones de la guerra son insuperables. La profundidad de su pensamiento es impresionante. Nunca escribió sobre nada absolutamente que no lo hiciese con extraordinaria seriedad, con extraordinaria profundidad; y algunos de sus escritos no dudamos de que pasarán a la posteridad como documentos clásicos del pensamiento revolucionario.
"Y así, como fruto de esa inteligencia vigorosa y profunda, nos dejó infinidad de recuerdos, infinidad de relatos que, sin su trabajo, sin su esfuerzo, habrían podido tal vez olvidarse para siempre.
"Trabajador infatigable, en los años que estuvo al servicio de nuestra patria no conoció un solo día de descanso. Fueron muchas las responsabilidades que se le asignaron: como Presidente del Banco Nacional, como Director de la Junta de Planificación, como Ministro de Industrias, como Comandante de regiones militares, como Jefe de delegaciones de tipo político, o de tipo económico, o de tipo fraternal.
"Su inteligencia multifacética era capaz de emprender, con el máximo de seguridad, cualquier tarea en cualquier orden, en cualquier sentido. Y así, representó de manera brillante a nuestra patria en numerosas conferencias internacionales, de la misma manera que dirigió brillantemente a los soldados en el combate, de la misma manera que fue un modelo de trabajador al frente de cualesquiera de las instituciones que se le asignaron, ¡ y para él no hubo días de descanso, para él no hubo horas de descanso !. Y si mirábamos para las ventanas de sus oficinas, permanecían las luces encendidas hasta altas horas de la noche, estudiando, o mejor dicho, trabajando o estudiando. Porque era un estudioso de todos los problemas, era un lector infatigable. Su sed de abarcar conocimientos humanos era prácticamente insaciable, y las horas que le arrebataba al sueño, las dedicaba al estudio.
"Los días reglamentarios de descanso los dedicaba al trabajo voluntario. Fue él el inspirador y el máximo impulsor de ese trabajo que hoy es actividad de cientos de miles de personas en todo el país, el impulsor de esa actividad que cada día cobra en las masas de nuestro pueblo mayor fuerza.
"Y como revolucionario, como revolucionario comunista, verdaderamente comunista, tenía una infinita fe en los valores morales, tenía una infinita fe en la conciencia de los hombres. Y debemos decir que en su concepción vio con absoluta claridad en los resortes morales la palanca fundamental de la construcción del comunismo en la sociedad humana.
"Muchas cosas pensó, desarrolló y escribió. Y hay algo que debe decirse un día como hoy, y es que los escritos del Che, el pensamiento político y revolucionario del Che, tendrán un valor permanente en el proceso revolucionario cubano y en el proceso revolucionario en América Latina. Y no dudamos que el valor de sus ideas, de sus ideas tanto como hombre de acción, como hombre de pensamiento, como hombre de acrisoladas virtudes morales, como hombre de insuperable sensibilidad humana, como hombre de conducta intachable, tienen y tendrán un valor universal.
"Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡ nos dejó su ejemplo ! ¡ Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo !
"Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡ que sean como el Che ! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡ que sean como el Che !. Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡ queremos que se eduquen en el espíritu del Che !. Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡ de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che !
"Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡ QUEREMOS QUE SEAN COMO EL CHE !

martes, septiembre 18, 2007

Ansias ontológicas

Caminaba hoy por las calles de Paraná, y me crucé con una mujer, que llevaba consigo a sus dos hijos (o eso parecía). Uno pequeño, lo cargaba con una mano a la altura de su pecho, manteniéndolo erguido. El otro, parado a su lado, no mucho más grande, sujetado de la mano de la mujer. El que estaba parado sollozaba.
Sollozaba con ese gemido seudo lacrimógeno que al crecer uno va perdiendo, hasta volverse incapaz de recrearlo. Es ese estado único, donde se puede hablar entre mocos y entrecerrar los ojos para llorar un poco más, pero siempre sin llegar a romper en llantos fuertes.
El típico berrinche.
Sucedió que pasé al lado de estos tres individuos, y mi mirada se detuvo un segundo en el sollozante. La madre no le prestaba la menor atención, por lo que bien se puede inferir que no era algo poco común en el infante el llorar. Sin embargo, lo que me sorprendió y me hizo recordar este blog tan descuidado por mi, como para volcar en él una vez más las desventuras de todo caminante atento de las truculentas calles de Paraná, fue lo que el pequeño dijo entre lágrimas en el momento en que yo pasaba a su lado.
Todos van a pensar que yo finalmente me deschaveté; nadie me va a creer, seguramente, pero les puedo afirmar que estoy seguro que fue eso lo que escuché.
El chico dijo, entre sollozos: "Quiero... Ser y... Tiempo".
El chico quería "Ser y Tiempo", la gran obra del Maestro de Friburgo.
Tal vez sus aún joven entrañas se retorcían ante el dolor de la angustia del ser-ahí, o estaba intrigado por comprender la diferencia ontológica a tal punto de que no podía conciliar el sueño sin sacarse la duda existencial. Tal vez sus juegos se veían constantemente interrumpidos por interrogantes ontológicos, y anhelaba una respuesta salvadora.
La verdad que no sé porque un chico que no podía tener más de 5 años deseaba tanto leer a Heidegger. Casi me desvío de mi camino y, en un acto de arrojo, le compro un ejemplar en una librería. Pero no: la educación ontológica depende de cada uno, y este chico ya tendrá tiempo de formularse bien éstas y otras preguntas, y será libre de desvanarse los sesos buscando una respuesta que, por esas cosas lindas que tiene la vida, nunca va a encontrar. Va a tener tiempo. La temporalidad es constitutiva de todo ser... no?

jueves, agosto 16, 2007

Este relato es falso

Cuenta la leyenda que hubo una vez un inteligente joven que paseaba despreocupadamente con un libro de Borges bajo el brazo. Pensando en el infinito y en una posible postulación de la realidad, tropezó con un pequeño niño que jugaba. Su humor no cambió, y se disponía a seguir, una vez que se hubo asegurado de que el infante no resultó herido. Sin embargo, el pequeñuelo lo invitó con una sonrisa a jugar con él. Estaba divirtiéndose con su familia, en lo que parecía ser un picnic en la plaza. El joven aceptó la invitación, y se unió al grupo, siendo recibido en él, aunque con cierto recelo por parte de la madre del pequeño. No tardaron en explicarle que estaban jugando al "Simón dice...", y que podía incorporarse libremente, a su gusto. El pibe lo pensó, uno o dos segundos, no necesitaba mucho más. Le gustaba hacer cosas raras, pero la seriedad que lo caracterizaba y sus preocupaciones metafísicas lo hacían dudar. A pesar de esto, accedió. Reanudaron el juego, ahora con uno más, y se divertían moderadamente. Llegó el momento de que sea el recién incorporado joven intelectual quien hablare en nombre y representación del inefable Simón, indicándole con ello a los demás lo que debían hacer en el marco del juego.
Todos los que comentamos este acontecimiento siempre discutimos si lo pensó, o no.
No nos podemos poner de acuerdo sobre si se percató de las posibles consecuencias de su propuesta o no. Independientemente de ello, la verdad es que dijo lo que dijo.
Miró al resto de los participantes, y dijo en voz alta:
"Simón dice que no hagan lo que Simón dice"
El abuelo se enojó. Lo tomó como una impertinencia y un acto reaccionario de un joven insurrecto y rebelde. La madre no entendía nada, miraba a los demás buscando una sonrisa o un gesto que pueda imitar. El padre del chiquito, abogado positivista apegado al rigorismo más recalcitrante de la ley, intentó seguir con las reglas del juego a pesar de todo, ensayando un extraño movimiento sin moverse, hasta que cayó desmayado sobre los sandwiches de miga que habían sobrado del almuerzo, con un extraño color morado en la cara y un poco de espuma saliendo por su boca al compás de las convulsiones. Y el más pequeño, para sorpresa de todos, se quedó quietito. Sonriendo. Miraba atónito al joven, lo miraba con admiración. No se hacía eco de las reacciones de su familia: él miraba al intelectual y reía con ganas y auténtica alegría. Su carita parecía indicar que algo de esa extraña y adaptada aporía había entendido, para alegría del joven, que despreocupadamente tomó su libro de Borges que había dejado en el suelo, y lamentando en alguna parte de su ser las posibles complicaciones acarreadas a la familia, comenzó a alejarse del lugar caminando lento, pensando en Russel, Zenón, Aquiles y la tortuga.

sábado, julio 21, 2007

Sobre los amigos

DE LOS AMIGOS:
"Sólo medita por una vez para ti mismo cuán diversos son los sentimientos, cuán divididas están las opiniones, aun entre los conocidos más íntimos; cómo incluso opiniones idénticas tienen en la cabezas de tus amigos un lugar o una intensidad enteramente diferentes que en la tuya; cuantísimas veces se presenta el pretexto para el malentendido, para la divergencia hostil. Después de todo ello, te dirás: ¡qué inseguro es el terreno sobre el que descansan todas nuestras alianzas y amistades, qué cerca están los chaparrones o el mal tiempo, qué aislado está todo hombre! Si alguien comprende esto y además que todas las opiniones y su índole e intensidad son entre semejantes tan necesarias e irresponsables como sus acciones, si se percata de esta necesidad interna de las opiniones a partir de la inextricable imbricación de carácter, ocupación, talento, entorno, tal vez se libre entonces de la amargura e incisividad de ese sentimiento con que el sabio exclamó: «¡Amigos, no hay amigos». Más bien se confesará: sí hay amigos, pero es el error, la ilusión acerca de ti lo que los ha conducido a ti; y deben aprender a callar para seguir siendo amigos tuyos; pues casi siempre tales relaciones humanas estriban en que nunca se digan, ni siquiera se rocen, cierto par de cosas; pero en cuanto estas piedrecitas echan a rodar, la amistad va detrás y se rompe. ¿Hay hombres que no resultarán mortalmente heridos si se enterasen de lo que sus más íntimos amigos saben de ellos en el fondo? Al aprender a conocernos a nosotros mismos y a considerar nuestro mismo ser como una esfera cambiante de opiniones y disposiciones y, por tanto a menospreciarlo un poco, restablecemos nuestro equilibrio con los demás. Es verdad que tenemos buenas razones para despreciar a cada uno de nuestros conocidos, aunque sean los más grandes; pero igual de buenas para volver este sentimiento contra nosotros mismo. Y así, soportémonos unos a otros, ya que nos soportamos a nosotros; y tal vez le llegue a cada cual algún día también la hora más jubilosa en que diga:
«¡Amigos no hay amigos!», exclamó el sabio moribundo;
«¡Enemigos, no hay enemigos!», exclamo yo el loco viviente."

(Friedrich Nietzsche; Humano demasiado humano, 376)

miércoles, julio 04, 2007

Carta abierta a mis amigos...

Hola a todos! Esto va dirigido a mis amigos.
Quienes busquen aquí otra aventura, desventura u otro mero discurrir sobre algo más o menos profundo, vuelvan pronto que algo le vamos a conseguir.
Pero ahora, te hablo a vos, pebete; a vos, loca linda; a vos, que te considerás amigo...Tengo un favor que pedirles.
Y si, el amigo tiene que estar en las buenas y en las malas; no solo tiene que recibir, sino también dar ¿no? O eso dicen las tarjetitas del día del amigo.Y de este engendro comercial les quería hablar.
Veo como en el horizonte empieza a asomar el fantasma de esta fecha terrible, engorrosa y molesta como pocas. Ya empiezan a vislumbrarse cartelitos en los negocios, diciendo que los mejores regalos para el 20 de julio están ahi...Bueno, vamos al favor...
NO QUIERO NINGÚN TIPO DE REGALO... nada, ni un caramelo...
Lo único que pido (y que ya he intentado pedir, y una personita no me quiso cumplir en su momento) es que ese día, por el medio que más gusten, me escupan sin ningún tipo de miramientos, todo lo que ven de negativo en mí. Por ese día, los dispenso totalmente de todo tipo de reprimenda de mi parte. O sea, peguen sin problemas (metafóricamente, no me van a buscar para embocarme un derechazo), que no me voy a enojar.
Por ese día, les pido que me escriban un mail, una carta, un comentario en este blog, o me digan cara a cara, todo lo negativo que ven en mi personalidad. Pero sin ningún tipo de compasión; eso que nunca pensaron que podían llegar a decir, eso que siempre pensaron pero nunca pensaron que podían llegar a decirmelo... Todo, no se guarden nada. Pueden decirme feo, forro, choto, injusto, lo que se les cante.
Y lo más probable es que no me crean, que a pesar de todas estas advertencias, igual piensen que yo me voy a enojar, que me voy a calentar y voy a tomar reprimendas. NO LO VOY A HACER, LES DOY MI PALABRA DE CHAPULIN COLORADO...
Asi que ya saben, lo único que pido para ese día, es que me anoticien de lo negativo que tengo; cambiemos (al menos, para mi) esa costumbre de echarle edulcorante a un día. Hagámoslo útil! Que me sirva para aprender lo negro que hay en mí, mi lado oscuro!
Créanme, y si me permiten pedirlo, complázcanme en este humilde pedido de Día del Amigo. Saludos a todos, sean felices... y vayan enumerando mis defectos, los buenos amigos!
Adios

lunes, junio 18, 2007

Anecdotario filosófico - I: La vejez de Schopenhauer


Arturo Schopenhauer, el filósofo del pesimismo y la voluntad de vivir, fue un personaje insoportablemente humano, en la filosofía alemana de la época. Su vida estuvo plagada de anécdotas que harían las delicias de sus lectores posteriores. Conocida es la que cuenta que, siendo profesor de la Universidad de Berlín, colocó con toda intención sus clases a la exacta misma hora que las de Hegel, que contaba con un reconocimiento impresionante en el ambito universitario alemán de la época. El resultado: cientos de alumnos en las clases de Hegel, y apenas unos cinco o seis en la de Schopenhauer (que, además, eran reprobados por Schopenhauer).
Su temperamento difícil hacia que chocara constantemente con todo el mundo: con quienes comían en el mismo comedor todos los días (a los que despreciaba por mantener charlas siempre superficiales), con los que desaprobaban sus libros, con los que no querían publicar sus libros, con los que no le daban premios en los concursos filosoficos en que participaba, y con sus vecinos (a una vecina ruidosa le provocó lesiones luego de una acalorada discusión en la que la vecina terminó rodando por unas escaleras, y por lo que Schopenhauer tuvo que pagar una indemnización). Pero aquí, me gustaría contar un episodio de sus últimos días en Berlín.
La relacion de Schopenhauer con las mujeres siempre fue conflictiva; en sus escritos, aparecen como seres inferiores, a los que la naturaleza les otorgó belleza solo para que puedan conseguir marido antes de degradarse totalmente; seres que no pueden aspirar a logros artisticos ni sobresalientes de ninguna manera; animales que maduran antes que los hombres, pero solo porque (como todo lo que muestra la naturaleza) todo lo que más tiene para ofrecer, tarda más en madurar, pero da mejores frutos; y esto, solo por citar algunos ejemplos. La relación con su madre fue una situación muy dificil, sobre todo luego de la muerte del padre de Arthur, cuando la madre se liberó totalmente de un matrimonio arreglado, y se movia en un ambiente de liberacion femenina en pos de la posicion artisitica que se estaba gestando en favor de la mujer. En su vida adolescente y cuando entraba a la adultez, tuvo una vida aparentemente activa en lo sexual, aunque sin tener parejas estables por mucho tiempo. Al final de su vida, tuvo una historia un poco más larga con una mujer, Caroline, pero las acitutdes misóginas de Schopenhauer, sumados a la desconfianza extrema que lo caracterizaba y los celos, hicieron que esa relacion tambien decayera. Por todo esto y mucho más, Schopenhauer nunca se casó.
Sin embargo, y aquí quería llegar, se dieron situaciones, cuando fue mayor, en que su idea misógina chocaba con actitudes de su vida que parecian indicar pensamientos encontraods, o al menos, contradicciones dificiles de conciliar. Safranski cuenta esta anécdota de esos ultimos días en Berlín: "Los años de Schopenhauer en Berlín acaban con un final grotesco. Antes de abandonar la ciudad, en agosto de 1831, huyendo del cólera, hace una proposición de matrimonio a una muchacha de diecisiete años a la que apenas conoce. Durante un paseo en barca regala un racimo de uvas a Flora Weiß -que así se llama la muchacha-. Flora relata: "Pero yo no lo quería aceptar. Me daba asco porque el viejo Schopenhauer lo había cogido, así que lo dejé deslizarse hasta el agua detrás de mí, sin que él se diese cuenta" (G, 59). Arthur se dirige al padre y el buen hombre cae de las nubes: "¡Pero si es una niña todavía!" Deja la decisión a su hija, menor de edad. Arthur, por lo demás, ha hecho sugestivas alusiones a su fortuna. Pero la chica, según un relato transmitido por la familia, "sentía un rechazo tan vivo por S., acrecentado por las pequeñas atenciones que éste le prodigaba, que el fracaso de la propuesta de matrimonio no podía ofrecer duda alguna" (G, 59)."

Duro ¿eh?

La pendeja no fue capaz de comer unas uvas, por el solo hecho de que Schopenhauer las habia tocado. Ese grado de repulsión debe ser tan difícil de lograr, que nos da una idea de la gravedad de las actitudes del filósofo, y sin embargo, no puede dejar de conmover alguna fibra dentro nuestro al pensar el grado de soledad y resentimeinto que algo asi, en repetidas situaciones, puede generar en un hombre de esa edad. A tal punto de llegar a, con 43 años, tratar de "comprar" el amor de una niña de 17 años, y recibir tan fría respuesta. Schopenhauer se iba a mudar de ciudad, hacia Frankfurt, y de allí ya no se iría. Murió en 1860. Solo, pero feliz, como demuestran las circunstancias de su muerte, que por ser tan significativas, prefiero guardar para una próxima entrega de este anecdotario.
El carácter patético de esta anécdota, solo puede quedar cubierto cuando encontramos en el autor, frases que devuielven su grandeza, incluso a pesar de todo esto. En sus manuscritos, se puede leer: "Lo que de manera casi inevitable nos convierte en personas irrisorias es la seriedad con la que cada vez nos tomamos el presente, un presente cuya apariencia de gravedad parece ineludible. Sólo unos cuantos espíritus grandes lograron escapar de esta situación, dejando de ser así personas irrisorias para convertirse en personas reidoras" (HN I, 24)."

Anecdotario filosófico - 0: Introducción

La filosofia habla a traves de los filósofos. Escucharla es de importancia superlativa, pero no hay que desatender a los instrumentos. El mensaje de cada filósofo, es lo que se llama "su filosofía", aunque en realidad no sea más que la una y misma filosofía que se deja entrever de diferentes maneras, variando según el medio corporal y concreto que elija; la vida del filósofo y "su" filosofía, es exactamente lo mismo. Borges dijo: toda escritura es una biografia. Y en la filosofia, esa sentencia se vuelve ley. Para entender una postura filosófica determinada, hay que leer al autor; para entender las razones que motivaron que ese autor escriba eso y no otra cosa, hay que conocer su vida, sus aciertos y desaciertos, sus altanerías y sus decadencias. Quien lea a los grandes puede figurarselos como próceres intocables, impolutos, perfectos, cuando en realidad, nunca se debería perder de vista que los filósofos fueron y son, antes de reconocidos doctos en lo suyo, personas de carne y hueso. Como otro servicio más a la comunidad, y mientras sus caprichosas ganas se lo permitan, Pequeño Nietzsche le acercará a su enajenado público, algunas de las infinitas anécdotas vivenciales que plagan la historia de la filosofía, con su estilo tan particularmente suyo que combina lo insoportable con lo extrañamente divertido. Busca con esto, aparentemente, mostrar que la filosofía tiene vida, y que no es un cúmulo frío de libros y abstracciones. Ojalá descubran en las sucesivas historias y anécdotas, el componente vivo de la filosofía, lo que hace que a pesar de tener más de 2.600 años de edad, siga siendo a los ojos de los que nos apasionamos con ella, una joven atractiva y seductora.