domingo, diciembre 03, 2006

Suceso asombroso

Me encontraba en mi pieza, mi refugio, hace unos días a la tarde. Me estaba yendo, por lo que me puse una remera limpia y tomé el desodorante para aplicarme un poco. Estaba en el centro de mi pieza, a unos pasos de la cama.
Desde ahi, como es mi costumbre, arrojé el desodorante una vez que lo hube utilizado, dandole con la yema de los dedos de la mano derecha la comba especial que tantos años me ha costado desarrollar, para que el objeto se mantenga dentro de los límites de la cama una vez que se me ocurre tirarlo, e impedir así que se caiga al suelo con estrepitoso sonido.
El desosodorante voló, describiendo una imperceptible curva que buscaba el fin explicado arriba. Tocó la sábana, una vez que hubo de llegar en su travesía a la cama, y rebotó por primera vez. Todo rebote en estos casos es un claro peligro de caída, pero aquí parecía a pesar de ello bien encaminado. Tras el primer rebote, que evidentemente ocurrió con mayor proporcionalidad del lado de "la cabeza" del desodorante (donde en algunas marcas se ubica la tapa) el desodorante experimentó un movimiento extraño, perdiendo el equilibrio que yo habia intentado darle originalmente, rebotó de nuevo, esta vez apoyandose principalmente en la base de sí mismo, y luego llegó al reposo. Y he ahí lo increíble.
Cual experimentado gimnasta, tras rebotar por primera vez, pareciera que en el segundo rebote hizo pie, y se dio una pequeña vuelta carnero, quedando increíblemente de pie, reposando ante mi atónita mirada. Ahí estaba mi desodorante, que yo habia prejuzgado y que habia condenado a que quede acostado allí, en la cama, hasta que yo vuelva y lo ponga en su lugar. Y sin embargo él, haciendose de todo su orgullo, me dijo con sus acrobacias "yo todavía te puedo llamar la atención".
Y ahi estaba, de pie, recto, inmóvil. Parecía realmente que tenía brazitos, abiertos y en dirección al cielo, esperando como todo gimnasta al final de su movimiento, el reconocimiento del público.
Junté mis manos, aplaudí breve pero calurosamente, y me fui porque se me hacía tarde.