lunes, junio 18, 2007

Anecdotario filosófico - I: La vejez de Schopenhauer


Arturo Schopenhauer, el filósofo del pesimismo y la voluntad de vivir, fue un personaje insoportablemente humano, en la filosofía alemana de la época. Su vida estuvo plagada de anécdotas que harían las delicias de sus lectores posteriores. Conocida es la que cuenta que, siendo profesor de la Universidad de Berlín, colocó con toda intención sus clases a la exacta misma hora que las de Hegel, que contaba con un reconocimiento impresionante en el ambito universitario alemán de la época. El resultado: cientos de alumnos en las clases de Hegel, y apenas unos cinco o seis en la de Schopenhauer (que, además, eran reprobados por Schopenhauer).
Su temperamento difícil hacia que chocara constantemente con todo el mundo: con quienes comían en el mismo comedor todos los días (a los que despreciaba por mantener charlas siempre superficiales), con los que desaprobaban sus libros, con los que no querían publicar sus libros, con los que no le daban premios en los concursos filosoficos en que participaba, y con sus vecinos (a una vecina ruidosa le provocó lesiones luego de una acalorada discusión en la que la vecina terminó rodando por unas escaleras, y por lo que Schopenhauer tuvo que pagar una indemnización). Pero aquí, me gustaría contar un episodio de sus últimos días en Berlín.
La relacion de Schopenhauer con las mujeres siempre fue conflictiva; en sus escritos, aparecen como seres inferiores, a los que la naturaleza les otorgó belleza solo para que puedan conseguir marido antes de degradarse totalmente; seres que no pueden aspirar a logros artisticos ni sobresalientes de ninguna manera; animales que maduran antes que los hombres, pero solo porque (como todo lo que muestra la naturaleza) todo lo que más tiene para ofrecer, tarda más en madurar, pero da mejores frutos; y esto, solo por citar algunos ejemplos. La relación con su madre fue una situación muy dificil, sobre todo luego de la muerte del padre de Arthur, cuando la madre se liberó totalmente de un matrimonio arreglado, y se movia en un ambiente de liberacion femenina en pos de la posicion artisitica que se estaba gestando en favor de la mujer. En su vida adolescente y cuando entraba a la adultez, tuvo una vida aparentemente activa en lo sexual, aunque sin tener parejas estables por mucho tiempo. Al final de su vida, tuvo una historia un poco más larga con una mujer, Caroline, pero las acitutdes misóginas de Schopenhauer, sumados a la desconfianza extrema que lo caracterizaba y los celos, hicieron que esa relacion tambien decayera. Por todo esto y mucho más, Schopenhauer nunca se casó.
Sin embargo, y aquí quería llegar, se dieron situaciones, cuando fue mayor, en que su idea misógina chocaba con actitudes de su vida que parecian indicar pensamientos encontraods, o al menos, contradicciones dificiles de conciliar. Safranski cuenta esta anécdota de esos ultimos días en Berlín: "Los años de Schopenhauer en Berlín acaban con un final grotesco. Antes de abandonar la ciudad, en agosto de 1831, huyendo del cólera, hace una proposición de matrimonio a una muchacha de diecisiete años a la que apenas conoce. Durante un paseo en barca regala un racimo de uvas a Flora Weiß -que así se llama la muchacha-. Flora relata: "Pero yo no lo quería aceptar. Me daba asco porque el viejo Schopenhauer lo había cogido, así que lo dejé deslizarse hasta el agua detrás de mí, sin que él se diese cuenta" (G, 59). Arthur se dirige al padre y el buen hombre cae de las nubes: "¡Pero si es una niña todavía!" Deja la decisión a su hija, menor de edad. Arthur, por lo demás, ha hecho sugestivas alusiones a su fortuna. Pero la chica, según un relato transmitido por la familia, "sentía un rechazo tan vivo por S., acrecentado por las pequeñas atenciones que éste le prodigaba, que el fracaso de la propuesta de matrimonio no podía ofrecer duda alguna" (G, 59)."

Duro ¿eh?

La pendeja no fue capaz de comer unas uvas, por el solo hecho de que Schopenhauer las habia tocado. Ese grado de repulsión debe ser tan difícil de lograr, que nos da una idea de la gravedad de las actitudes del filósofo, y sin embargo, no puede dejar de conmover alguna fibra dentro nuestro al pensar el grado de soledad y resentimeinto que algo asi, en repetidas situaciones, puede generar en un hombre de esa edad. A tal punto de llegar a, con 43 años, tratar de "comprar" el amor de una niña de 17 años, y recibir tan fría respuesta. Schopenhauer se iba a mudar de ciudad, hacia Frankfurt, y de allí ya no se iría. Murió en 1860. Solo, pero feliz, como demuestran las circunstancias de su muerte, que por ser tan significativas, prefiero guardar para una próxima entrega de este anecdotario.
El carácter patético de esta anécdota, solo puede quedar cubierto cuando encontramos en el autor, frases que devuielven su grandeza, incluso a pesar de todo esto. En sus manuscritos, se puede leer: "Lo que de manera casi inevitable nos convierte en personas irrisorias es la seriedad con la que cada vez nos tomamos el presente, un presente cuya apariencia de gravedad parece ineludible. Sólo unos cuantos espíritus grandes lograron escapar de esta situación, dejando de ser así personas irrisorias para convertirse en personas reidoras" (HN I, 24)."

2 Comments:

Blogger Hermanas Ingalls said...

Pero que cosa nene, siempre me dejas intrigada!! cuando vas a contar las significativas circunstancias de la muerte de S.??
Te dejo un beso grande!! nos vemos!
Tule!

2:35 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

que imbecilidades, propagas! 43 años viejo? por favor, buscate una identidad.

7:53 p. m.  

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