domingo, diciembre 31, 2006

"B" : Bueno


BUENO, na. (Del lat. bonus). 1. adj. Que tiene bondad en su género. 2. adj. Útil y a propósito para algo. 3. adj. Gustoso, apetecible, agradable, divertido.
Lo bueno es un concepto complicado, por sus múltiples acepciones y sobre todo, por sus muchas implicancias. Lo bueno está ligado con la bondad, y la bondad, con el Bien. El Bien, así con mayúsculas, ha significado tanto, que hoy en día hablar del Bien puede incluso significar estar refiriendose a Dios. En realidad, podría bajo el pretexto de esta palabra, hablar de cualquier cosa, o de muchas cosas inconexas. Trataré sin embargo, siendo fiel al propósito de este pequeño proyecto que es el presente abecedario, hablar de lo primero que se me vino a la mente al tomar la palabra.Y ello es, con clara herencia nietzscheana, la pregunta ¿qué es lo bueno? ¿cuál es el valor de la bueno? o sea, ¿porque y para qué lo bueno?. A simple vista, las preguntas, sobre todo las dos últimas, parecen mal formuladas. Sin embargo, se verá que apuntan a lo que busco señalar, como una flecha que viajando en el aire, no sabemos aún donde se va a clavar. En el primer tratado de su libro "La Genealogía de la Moral", Nietzsche explica qué significa, hoy, en el Occidente católico, lo "bueno". Someramente, podría resumirse de la siguiente manera: antes de que la visión judeocristiana tomara relevancia, dice Nietzsche que lo bueno estaba relacionado con el poder, con el hombre fuerte, sano, jovial, orgulloso de si, instintivo, expresivo. Con el cambio producido por la visión antes dicha, la ecuación se invierte: a partir de ahora, la bondad pertenece a los pobres, a los enfermos, a los humildes, a los débiles, a aquél que lleva una vida austera. Las pasiones dejan de tener un papel importante, y pasan a ser los enemigos a vencer, bajo el nombre de "bajos instintos". Según Nietzsche, con la visión judeocristiana, todas las características que antes se atribuían al hombre fuerte (lo que Nietzsche llama los valores en favor de la vida) reciben ahora el rótulo de "malvados", y se los combate como pecado o como instintos malos. Asi, el hombre fuerte pasa a ser un reprimido, que debe ocultar sus instintos en pos de un nuevo ideal, el ideal que atenta contra todo lo natural en él. Se eleva asi un contraideal, un ideal que atenta contra lo más propio del hombre, contra la vida misma. Y el máximum de ese Ideal, de ese paradigma, es una figura que lleva a su grado máximo todos estos contraideales, todos estos atentados contra la vida: la inalcanzable figura del Dios cristiano, perfecto, inmutable, eterno, etc. Dios es la figura de la Bondad Absoluta, como expresión máxima de los valores creados en contra de la vida. Hasta aquí, un breve comentario de un capítulo de un libro imperdible. Pensando al respecto, analizamos ahora la bondad en este paradigma que es, para Nietzsche, enfermedad "contra natura". La Bondad, en el cristianismo, tiene un lugar importantísimo. Una de las vías para analizarlo, es el tratamiento de lo que se ha llamado "trascendentales" de los entes/del Ser. ¿Qué es esto?"Lo Uno, lo Bueno, lo Verdadero, lo Bello, es lo que llamamos atributos trascendentales del Ser porque sobrepasan los límites de las Esencias y son coextensivos al Ser. Si hay una distancia insuperable entre Dios y la criatura, si hay una analogía entre ellos que no puede resolverse en ninguna forma de identidad, entonces tendrá que existir también una analogía de los atributos trascendentales en la criatura y en Dios." (Hans Urs von Balthasar).En la metafísica del cristianismo (haciendo necesarias violaciones decimos esto, ya que no existe unidad total en las doctrinas filosóficas cristianas, dada la enorme cantidad de teólogos que la historia nos muestra), todos los entes (lo que existe) creados por Dios, poseen cuatro características que no pueden faltar en ninguno de ellos. Estas son: que todo ente es uno (si hay disgreción, estamos ante dos entes), todo ente es verdadero (como ser creado, contiene perfecciones por esa creación que permiten que sea conocido), todo ente es bello (por ser creado según proporciones divinas según su especie) y todo ente es bueno (ya que contiene perfecciones que lo hacen apetecible). Ahora bien, esta bondad que se atribuye a los entes, está atravesada por la inversión que Nietzsche señala. Lo apetecible, según la postura cristiana, es diferente a lo natural, a lo instintivo. Si lo que nuestra voluntad nos pide es algo pecaminoso, ya deja de ser "bueno". Si nuestro instinto nos pide, en una situación concreta, que liberemos nuestros deseos sexuales, el pecado nos advierte que eso es malo. Entonces ¿como funciona lo apetecible del ente, la bondad, cuando nos marcan estrictamente qué de ese ente puede ser querido por nosotros, y qué no lo puede ser? Naturaleza y conciencia (adiestramiento, si se quiere) están en pugna bajo esta visión. Lo mismo podríamos decir de los otros trascendentales: todos ellos están claramente infundidos de una visión del mundo, la judeocristiana, que elabora sistemáticamente las características y las diferentes prescripciones, en orden a una valoración que no siempre está de acuerdo con lo más propio de nosotros, con los deseos y los apetitos naturales en el hombre. La quimera del hombre puramente racional, del sabio, que es feliz negando las pasiones, ha sido el estandarte de esta religión, y de muchas escuelas filosóficas, hasta el punto de que ha sido puesto como ideal de nuestor mundo occidental actual. Decir que todo ente es uno, es negar las fluctuaciones naturales, la diversidad en todo sentido, en pos de un paradigma que nos muestre a la unidad como sinónimo de perfección. ¿Para qué? Para reafirmar la idea del monoteísmo judeocristiano en contra de posturas maniqueas o politeístas. Decir que todo ente es bello, es establecer cánones de belleza que son dados de manera divina, y con criterios de armonía claramente introducidos en la sociedad (la pureza, la virginidad, la claridad... todos atributos "santificados"). Todo ente es verdadero, ya que puede ser conocido: esta idea, capaz de crispar los pelos de algún buen idealista, sirve para reafirmar la postura realista en contra de aquella. Todo ente puede ser conocido, y nuestros sentidos no nos engañan nunca; he aquí lo que Kant acusaría de excesiva confianza en la razón. Y sin embargo, es lo que nosotros creemos todo el tiempo, hasta que nos preguntamos en profundidad estas cuestiones. Sin ponerme aquí a decir si son correctas o no estas cualidades de los entes, me basta con señalar que tanto esta teoría de los trascendentales del ente, como tantas otras (vias de demostracion racional de la existencia de Dios, postura gnoseológica del realismo, etc) se fundamentan en las sólidas bases doctrinarias del judaísmo-cristianismo, cimentadas hace más de dos mil años y consolidadas en nuestra cultura por el paso del tiempo. Detrás de todas estas teorías, se encuentran valores, razones por las cuales se dice lo que se dice. Las teorías de este tipo no dejan de ser formas, indirectas o directas de, tocando diferentes aspectos, temrinar diciendo lo mismo, afirmando lo qu las premisas mayores de una religión ordenan: el monoteísmo, el culto a la debilidad, la idea del pecado, la promesa infundada de un mundo mejor venidero, etc. Y cuando todo eso falla... Deus ex machina.