jueves, septiembre 21, 2006

Cuidame la puerta...

En pleno viaje de vuelta hacia mi casa vi, cuando me iba acercando a una esquina, que contra la pared, en la misma vereda por la que iba yo, había algo apoyado. Como estaba a media cuadra y mi vista no es la mejor, no distinguí bien que era, hasta que me acerqué adonde estaba eso.
Era una puerta.
Una puerta sola, en medio de calle Montevideo al mediodía, sin ninguna estructura que la soporte, se vé ridícula. Tan ridícula como se veria una oreja sin la cabeza circundante.
En fin, allí estaba, una puerta blanca, bien lustrada, con pinta de nueva, apoyada contra la pared.
Cuando ya iba pasando casi por delante de ella, veo que delante suyo estaba estacionado un auto. Dentro de él, había una mujer.
La señora estaba apoyada en la abertura del auto, con el vidrio bajo, la cabeza descansaba en su mano derecha. No le quitaba la vista de encima a la puerta.
Si bien pasé por su lado tal vez menos de 3 segundos, no la vi pestañear, y su cara parecía indicar que no tenía ninguna intención de hacerlo. No puedo explicar con palabras la concentración que traducía esa mujer en su cara. Estaba completamente absorta en su tarea de vigilar la puerta. Su rostro demostraba que algo pensaba, a pesar de su apariencia de mera mecanicidad. Aunque no sabría decir si estaba pensando "El orden del Universo depende en este momento de que yo cumpla mi obligación de vigilar la seguridad de esta puerta", o más bien "¿Era esto lo que yo soñaba en mi juventud? ¿Terminar controlando la suerte de una puerta sola en la calle? Yo pensaba que daba para más". Cuando levanté la cabeza de nuevo, vi que se acercaba un señor, con aire de volver a llevarse la puerta que le había dejado encargada a la mujer. Pasé a su lado.
No me di vuelta para ver si se llevaba o no la puerta.

Tal vez me equivoco, y ni él fue a buscar la puerta ni la señora la estaba vigilando; tal vez este señor era un traficante de órganos en el mercado negro y la señora, su próxima víctima; y tal vez todo sucedió exactamente como yo lo acabo de contar, y sin embargo, al único que le puede interesar algo tan irrelevante como esto es a mi...