miércoles, septiembre 20, 2006

Guarda con la paloma

Camino mucho. Sin duda, una de las razones (si es que existe al menos una) de este blog es que camino mucho. Y en esas largas caminatas, que suelen ser más o menos por los mismos lugares, veo muchas cosas. Observo todo. Veo a la gente. Inténtenlo, está muy bueno. Vean realmente a la persona que pasa al lado suyo, traten de imaginarse su vida (obviamente se van a equivocar ¿a quien le importa ser certero en esas cosas?), hagan un identikit de su persona a través del lenguaje corporal que exterioriza. Uno llega a agarrarle el gusto a hacer eso. Y conoce mucho de la gente.
Una de las cosas que más rápido se puede conocer es lo fácil que la gente pone una máscara a su forma de ser. Todo el tiempo, pueden ver a los pibes en el centro, lookeados a la moda, hablando como idiotas... eso habla de ellos, sus comportamientos también. Si uno aprende a leer a las personas, es Gardel... y está bueno empezar por aquellos que te cruzás en la calle, sin que puedas saber si le pegaste o no. Pero tratá de leerlos.
Por ejemplo, es fácil leer a una persona que intenta ser formal, o que se cree más que los demás por llevar un traje y un portafolios. Eso es muy común, yo lo veo todos los días (sobre todo porque camino temprano, tipo 7:50, cuando salen todos a laburar y esas cosas). El típico es el hombre canchero, con celular al oído todo el tiempo, anteojos negros si es joven, portafolios al tono... Y ese andar característico del pobre diablo que se tuvo que comprar un traje para sentirse alguien. Del infeliz que tuvo que buscarse un trabajo que le permita vestirse formal para dejar de ser nadie.
Y ahi va, con aire sobrador, caminando por encima de la plebe.
Ayer, lunes 18, yo iba para la facultad, temprano. Iba caminando, escuchando Los Redondos, por la peatonal. A unos metros, veo que viene caminando en sentido opuesto uno de estos especímenes. Cuando está cerca mio, a poca distancia ya, una paloma gris, con evidente intención justiciera, pasa volando a metro y medio de la cabeza del tipo, con su aleteo llamativo y siempre sorpresivo. El supuesto hombre superior, de traje, corbata y celular de última, se asustó como cualquier hijo de vecino, agachándose exageradamente, y tratando de recomponer la postura apenas pasó el aterrador animal. Yo observé la escena, y no se me movió un músculo... hasta que nos cruzamos y ya no lo vi más. Y ahi si me empecé a reir, hasta llegar a la facultad...